El primer logro del bebé recién nacido es poseer reflejos, los cuales son los principales mecanismos de defensa de todo ser vivo. Los reflejos son actos o movimientos involuntarios con que el bebé responde a ciertos estímulos o sensaciones. Llorar, chupar, estornudar, asustarse ante un ruido son reflejos que nos permiten conocer el mundo y adaptarse a él. Estos reflejos son evaluados en el bebé en el momento de nacer, pues son considerados mecanismos de defensa que permiten verificar la actividad normal del sistema nervioso y del cerebro.
Existen reflejos que se presentan sólo en determinados periodos de desarrollo, pues la ausencia o persistencia de los mismos indica alteraciones en el sistema nervioso.
Así el reflejo de moro, sólo aparece en los dos primeros meses, esto hace que cuando se sienta asustado o como que si se estuviera cayendo, parece sobresaltado y sus brazos se extienden hacia delante de lado con las palmas hacia arriba y los pulgares flexionados. La ausencia de este reflejo puede indicar alguna lesión o de una enfermedad y si persiste, el niño no puede sentarse, no puede cerrar la boca para comer y no puede hablar.
Estos son algunos ejemplos de la importancia que tienen los reflejos como indicadores del desarrollo del niño, nos pueden informar si el cerebro y el sistema nervioso están funcionando adecuadamente o si existe alguna alteración en ellos. Los reflejos son reacciones involuntarias que condicionan y preparan al niño para el aprendizaje de los movimientos voluntarios y el ejercicio de nuevas habilidades y el desarrollo general de la coordinación motriz.
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